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Catherine Ibargüe. Fotos: Tomadas de Internet
Por Sender Escobar
El pasado domingo un salto de 14.25 m fue la despedida, su sonrisa magnética no dejó de trasmitir alegría a pesar de las dificultades cernidas en el mundo deportivo por más de un año de pandemia. Aunque el voleibol fue su debut como atleta su ascenso en el aire le permitió encontrar más vuelo en otra especialidad donde podía alcanzar tanta altura como fuera posible disputarle a la naturaleza y la ciencia. Buscando el derecho a la ingravidez, el salto de altura la hace internacional y compite representando a Colombia como atleta juvenil en certámenes internacionales en el continente. Llega a las Olimpiadas de Atenas 2004, aunque no logra superar la fase clasificatoria. En su paso por esta modalidad, logra títulos a nivel regional e instaura récord para Colombia con 1.93 m en el 2005. Prueba suerte en el salto de longitud, pero se mantiene dentro de la categoría de altura. Decepcionada con sus resultados deportivos al quedar fuera de la delegación colombiana a los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, viaja hacia Puerto Rico donde comienza a estudiar enfermería en la Universidad Metropolitana. En tierra boricua la antioqueña recomienza su carrera en el atletismo, convencida para establecerse como triplista, bajo la guía del entrenador cubano Ubaldo Duany. Antes intentaron con el heptalón pero la carrera de 800 metros era una cota muy exigente para Catherine, quien incluso dejaba de dormir pensando en la distancia a recorrer.

El mundial de Daegu en el 2011 marcó la senda definitoria donde el éxito no volvería a serle esquivo. Gana una medalla de bronce que la perfila entre las mejores de su especialidad, a pesar de tomar el camino del triple salto con relativa demora. Llega Londres 2012 y la oportunidad de redimirse casi se desvanecen: una lesión en su pierna izquierda hace que acuda a un paliativo temporal. Una muslera permite que continúe compitiendo en el evento, pero cada paso antes del salto desgarra las fibras del músculo resentido. Horas antes había llorado sola en su habitación de la Villa Olímpica pensando que sería imposible participar en las eliminatorias.
Y estoy aquí, ya calenté, ya puedo entrar, ya puedo ejecutar el salto, solo necesito conseguir la marca para la final. Y ya en la final, que se me parta lo se vaya a partir, que ya yo estoy aquí y estos son mis sueños
Contó a la revista El Tiempo en el 2014, cuando le preguntaron sobre la dificultad del momento y su preparación psicológica antes de iniciar la competencia. El resultado: Medalla de plata.
Moscú 2013 tuvo como prólogo antes de iniciar la final, provocado por una afección estomacal repentina, un desmayo en el ómnibus donde viajaban para la competencia. Rehabilitada en el estadio, se incorporó junto a sus rivales deportivas… Aún tenía el dolor, pero era el mundial, con tantas cosas, con todos los sueños, a mí realmente se me olvidó todo. Y salté. Ganadora de la final de tripe salto: Catherine Ibarguen.
En Beijing 2015 tal vez como desquite histórico, vuelve a reeditar su título de campeona del mundo en la capital China. Ciudad que siete años antes fue sede de unas Olimpiadas en que no logró participar.
Llega Río de Janeiro 2016 todas las esperanzas dependen de la seguridad con que enfrente la pista. El primer salto antes de la tabla, marca el recorrido aéreo que tocará suelo solo dos veces antes de caer al tanque. Consagrada a la disciplina que implica su deporte, el matiz alegre con que enfrenta la competencia la distingue del resto. Termina cada salto con una sonrisa que irradia la misma fuerza de sus pasos. Se concentra mediante la música y como amuleto para la buena suerte: unos aretes obsequiados por su madre. El cuarto intento es el definitivo: 15,17 metros y la primera medalla de oro del atletismo en Juegos Olímpicos para Colombia pertenece a la nacida en Apartadó.
Su historia no solo se inscribe en el panorama del atletismo en el país cafetero. También Cuba ha sido parte de la carrera y consagración al más alto nivel de Ibarguen. Quien la introdujo en el mundo del campo y pista fue un cubano: Jorge Luis Alfaro y otra cubana, Regla Sandrino, influyó definitivamente en el espíritu competitivo de Catherine: No creas que eres el ombligo del mundo. El día que vos creas que eres mejor, no vas a luchar para seguir siéndolo y te vas a conformar con eso. Le aconsejó su entonces entrenadora.

Su adiós como deportista no tuvo un sabor a derrota, ni el lugar diez que ocupó el pasado domingo será recordado como una decepción. El 1 de Agosto se escuchó en Tokio un vallenato con el nombre de una mujer, que logró en tres saltos disminuir la distancia entre anhelo y realidad.
2 comentarios
Ha sido un ejemplo de consagración y estoicismo, así como de perseverancia, lo demuestra que fue a los 30 años que se consagró en la cúspide del triple salto
Una verdadera Idolo en Colombia….adios a una atleta grande en toda la extension de la palabra.